El Gobierno pisa el freno: busca contener la inflación sin frenar la economía

Aunque julio cerró con un alza del 1,9%, el equipo económico pone el foco en que la inflación núcleo se mantuvo en 1,5%. El temor ahora es que agosto marque un quiebre en la tendencia.

Actualidad14/08/2025Redacción AbiertaRedacción Abierta

El Gobierno nacional enfrenta un nuevo frente de batalla: sostener el proceso de desinflación que venía mostrando señales alentadoras desde comienzos de año. Si bien el índice de precios al consumidor subió a 1,9% en julio, el dato más relevante fue la inflación núcleo —sin precios regulados ni estacionales— que se mantuvo en 1,5%, lo que el oficialismo considera una muestra de que la política económica sigue siendo efectiva.

Sin embargo, las alarmas se encienden de cara a agosto. Aumentos en combustibles y ajustes en productos de consumo masivo podrían llevar la inflación mensual por encima del 2%, algo que pondría en pausa la tendencia descendente. En voz baja, algunas consultoras ya anticipan que el índice difícilmente vuelva a perforar ese piso en los próximos dos meses.

Para anticiparse al sacudón, el Ministerio de Economía redobló su estrategia de absorción de pesos y ofreció tasas altísimas en las últimas licitaciones, incluso cercanas al 70% anual. El objetivo es claro: que el atractivo financiero mantenga bajo control al dólar oficial, que viene en caída desde fines de julio y cerró ayer en $1.325.

La consigna puertas adentro es evitar cualquier sobresalto cambiario que desinfle la expectativa de estabilidad. La frase que circula es que “la codicia le gane al miedo”: ofrecer rendimientos tan altos que los inversores prefieran quedarse en pesos antes que buscar refugio en el dólar. Una fórmula conocida pero de doble filo: tasas tan elevadas podrían enfriar el crédito y presionar sobre los costos empresariales, con impacto indirecto en precios.

De momento, el Gobierno apuesta a sostener esta pulseada sin que se corte la racha bajista de la inflación. Pero si agosto confirma el rebote inflacionario, el desafío será mayor: convencer a empresas y mercados de que lo ocurrido fue un tropiezo y no un cambio de rumbo.

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