Neuquén refuerza su estrategia preventiva para la temporada de incendios

Con nuevas herramientas, capacitación y trabajo en territorio, la Provincia apuesta a una respuesta coordinada y comunitaria frente al riesgo de incendios forestales.

Actualidad19/09/2025Redacción AbiertaRedacción Abierta

Ante la sequía que persiste en gran parte del territorio, el Gobierno neuquino se anticipa al verano con una estrategia integral que combina equipamiento, formación y concientización ciudadana. El programa “Interfaz Resiliente”, lanzado en San Martín de los Andes, apunta a fortalecer la convivencia segura en zonas donde el bosque se encuentra con lo urbano, y se replicará en otras localidades como Villa La Angostura, Huinganco y Manzano Amargo.

La propuesta no solo prepara a los brigadistas con camionetas, minibuses y ropa ignífuga —cuyos elementos se entregarán oficialmente el 3 de octubre—, sino que también involucra a la comunidad en la prevención. “No podemos evitar todos los incendios, pero sí podemos evitar que lleguen a las casas”, aseguró Luciana Ortiz Luna, secretaria de Emergencia y Gestión de Riesgos.

El plan contempla relevamientos de accesos, puntos de agua y rutas de evacuación en conjunto con vecinos, Bomberos y Juntas Vecinales. La experiencia en el Valle Magdalena, donde no se registraron heridos ni viviendas dañadas, sirve como ejemplo de coordinación efectiva y rápida respuesta.

En paralelo, se está formando un equipo de reserva con voluntarios del Estado provincial, incluyendo personal policial, que serán capacitados con un curso básico de brigadista. La idea surgió tras el notable compromiso ciudadano evidenciado durante emergencias pasadas.

Además, Neuquén coordina con Río Negro y Chubut un abordaje conjunto para esta temporada. Entre las tres provincias ya hay 600 brigadistas activos y se prevé una flota aérea de al menos siete aeronaves disponibles, sumando recursos provinciales, licitaciones en marcha y apoyo nacional.

El objetivo está claro: estar preparados antes de que el fuego aparezca. Porque cuando la prevención se convierte en política pública, el bosque y la comunidad tienen más chances de salir indemnes.

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